Mes: agosto 2020
2 relatos de viaje de Paz Monserrat Revillo
«Cuando por fin pudimos huir de aquel espanto, nos acercamos a un restaurante en el que se podían pedir macarrones y pizza. Hasta mi amiga −que viajaba buscando su karma y deseando dejarse transformar de forma holística por todas las experiencias, olores y sabores que nos deparara nuestra estancia en la India− cedió gustosa ante la idea de una comida sin especias. Así que nos sentamos en la terraza dispuestas a dar un respiro a nuestros neurotransmisores».
Relato corto de Monterroso: Mr Taylor
Junto a Barbara Jacobs, es antólogo de Antología del cuento triste, que recopila narraciones cortas de Joyce, Faulkner, Dorothy Parker, Carson McCullers, Saul Bellow, Juan Rulfo, Herman Melville o Thomas Mann, entre otros.
Su estilo, elegante, sencillo y original, sigue siendo estudiado en numerosos talleres de escritura e imitado, con mayor o menor éxito, por escritores de todo el mundo.
Relato corto de Amy Hempel: Hoy tendré un día tranquilo
La chica lanzó una mirada venenosa a su hermano y se metió en la boca un puñado de bolitas de pasas recubiertas de chocolate. Los tres estaban dentro del coche en el puente Golden Gate, en medio de un atasco.
Aquella mañana, antes de despertar a sus hijos, el padre había llamado para cancelarles sus clases de música, decidido a disfrutar de aquel día con ellos. Quería saber cómo estaban, nada más. Simplemente eso: cómo estaban. Creía que sus hijos eran tan autosuficientes como esos perros que a veces se ven regresar a casa con la correa en la boca. Pero uno puede interpretarlo mal.
Relato corto de Roberto Arlt: Extraordinaria historia de dos tuertos
Dudo que tuerto alguno pueda contar otra maravillosa historia semejante a la que nos ocurrió a mí y a Hortensio Lafre, tuerto también como yo. Y ahora tomáos el trabajo de leerme.
Tenía yo pocos años de edad cuando perdí mi ojo derecho en un accidente de caza que le aconteció a mi padre, y la ruina sobrevenida a éste poco tiempo después, por ser más aficionado a los deportes cinegéticos que al cuidado de su molino y campos, nos arrastró a todos hasta ese refugio de fracasados que es el Barrio Latino de París. Después de numerosas peripecias que no son del caso, a la edad de dieciocho años conseguí un empleo de cobrador de una compañía de mutualidad, y en este trabajo me ganaba penosamente la vida, durante los comienzos del año 1914, cuando a fines del mes de enero trabé conocimiento con un venerable caballero que estaba asociado a la compañía. Este buen señor usaba barba en punta como un artista, y su melena de cabello entrecano y ondulado, así como su mirada bondadosa, le concedían la apariencia que podría tener el padre del género humano si acertaba a hacerse invisible. Se llamaba monsieur Lambet.
Relato corto de Anton Chéjov: Relato de la señorita N.N
Hace ya unos nueve años, poco antes del atardecer, en la época de la siega, me dirigía a caballo a la estación para recoger el correo; me acompañaba Piotr Sergueich, que ejercía las funciones de juez de instrucción.
Hacía un tiempo espléndido, pero en el camino de vuelta oímos el estampido de un trueno y vimos cómo una nube negra y sombría se aproximaba. La nube se acercaba a nosotros y nosotros a ella.
Relato corto de Thomas Mann: La muerte de Joachim
La enfermera protestante era un alma prosaica. Sola en la habitación, con Hans Castorp y con el enfermo que no dormía nada, que se hallaba tendido de espaldas con los ojos entreabiertos, era capaz de decir:
–No, verdaderamente no me hubiese imaginado nunca que sería un día llamada a cuidar a uno de estos señores hasta su muerte.