Musas y viajes
Según mi experiencia, los viajes, por lo general agotadores, estimulan más la circulación sanguínea que la inspiración. De aquellos que duran más de una semana, por ejemplo, siempre traigo a cuestas más contracturas musculares que grandes ideas literarias. Es solo con el paso del tiempo, una vez el lumbago y los insidiosos callos de los pies empiezan a dejar paso en medio de la bruma a una catarata de sensaciones y recuerdos, cuando, con un poco de suerte, consigo recuperar la inspiración