El narrador y poeta Miguel Bravo Vadillo comparte con los lectores de SEÑOR BREVE cuatro microrrelatos de temática similar, en la que un profesor (en el primero de ellos, innominado, y en los otros Juan de Maizena, suponemos que trasunto del Juan de Mairena de Antonio Machado ) diserta sobre los vericuetos del lenguaje con sus alumnos.
Gramática y moral ciudadana
Queridos alumnos, dijo el profesor de Educación para la ciudadanía, es cierto que la gramática española ha hecho muy poco por la filosofía. Tampoco podemos negar que nuestro suelo patrio –deo gratia [sic]– nunca ha destacado por reunir las condiciones necesarias para la proliferación de grandes filósofos. Lo cual no es de extrañar en absoluto, habida cuenta del mal uso del lenguaje que se hace por estos lares. Wittgenstein, un pensador alemán a quienes les recomiendo leer cuando tengan la oportunidad, decía que nadie que no use el lenguaje con absoluta corrección puede desarrollar pensamientos complejos, y que todo hombre habituado a jugar con las palabras –malabarista del verbo, es decir, malabarum verborum [sic]– nunca podrá ser un buen filósofo. Con todo, es justo reconocer que nuestra gramática ha aportado su granito de arena al mejoramiento de la moral ciudadana. Tanto es así, y sirva esto de ejemplo entre otros muchos que podrían ilustrar lo que trato de decirles, que nadie puede poner en tela de juicio el hecho innegable de que, según nuestra gramática, un hombre puede ser malo, incluso malísimo, pero nunca jamás, y no importa el calibre de sus fechorías, muy malísimo; lo cual no deja de ser un alivio.
Alumno.– Por esa regla de tres, señor profesor, tampoco nadie puede ser muy buenísimo.
No, desde luego; pero yo me conformaría con que todos fuésemos lo bastante buenos, sin necesidad de exagerar las cosas.
De Gramatica Natura
Juan de Maizena habla con sus alumnos:
Dios es omnipotente, pero no tanto como para rebatir nuestra gramática. De hecho, no tenemos la menor duda de que el Altísimo es perfectísimo, pero por mucho que se esfuerce (y puede esforzarse muy mucho) jamás podrá ser muy perfectísimo.
–¡Pero eso es una blasfemia!
No, querido alumno, eso es gramática española.
Entonces la Gramática Española debería encabezar la lista del Index Librorum Prohibitorum.
Me consta que muchos, y sin necesidad de ser católicos apostólicos, le darían a usted la razón en eso.
De Rerum Natura
Juan de Maizena habla con sus alumnos:
Para los creyentes, todo suceso natural tiene una explicación divina. Para los no creyentes, todo misterio tiene una explicación natural. ¿A dónde nos lleva esto? Muy sencillo: a los creyentes, a no creer que el trueno y el rayo puedan ser otra cosa que la ira de Dios; y a los no creyentes, a creer que el hombre puede explicar el por qué del universo y de la vida: como si concebir lo inconcebible fuera cosa que está al alcance de la mano. Con esto solo quiero decirles que el hombre puede resolver enigmas, pues un enigma es susceptible de ser resuelto; pero nunca resolverá el misterio, porque el misterio, por su propia naturaleza, es insoluble.
–¿Como el aceite en el agua, maestro?
Sí, Manolito; como el aceite en el agua.
El método científico
Juan de Maizena habla con sus alumnos:
El llamado –Aristoteli gratia– principio de contradicción (que viene a decir lo siguiente: «Es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo») confundió a los científicos durante siglos (antaño los hombres de ciencia eran bastante longevos), hasta que el joven Wittgenstein demostró que los filósofos (y aquí incluía al propio Aristóteles) hacían un mal uso del lenguaje, razón por la que la mayoría de sus proposiciones carecían de sentido lógico. A partir de entonces los científicos comenzaron a leer más a los poetas –verdaderos creadores del lenguaje– y menos a los filósofos –que tan mal uso de él hacían–, y, en un momento determinado de esa nueva derrota, se atrevieron a corregir aquel principio de Aristóteles, reescribiéndolo del siguiente modo: «Todo es posible, incluso que una cosa sea y no sea al mismo tiempo».
Y así fue, queridos alumnos, como nació la física cuántica.
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