Espectros (texto corto de Miguel A. Zapata)
De chico, me gustaba acompañar a mi padre a alguna que otra excursión sabatina de las suyas. No era muy frecuente, sobre todo cuando iba al campo, porque se empeñaba en escalar riscos a un ritmo infernal que machacaba mis tiernas piernecillas de asfalto. Pero cuando le daba por indagar en la ciudad y su periferia, me apuntaba sin dudar, siempre que no percibiera en él un gesto de fastidio, porque a veces el paseo es una liturgia privada que hay que respetar como debe alejarse uno prudentemente de un adulto que llora.