Escribir «para» los concursos literarios

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He terminado de escribir y corregir un relato algo extenso. (Diferente al que cité aquí –sin citar– hace unos días). Lo diré sin tapujos ni falsa modestia: creo que es uno de los diez mejores relatos que he escrito desde que comencé en esto de garabatear palabras. Y conste que he escrito muchos relatos. Es un texto duro, realista, filosófico, sin concesiones ni dramatismos. En mi opinión, funciona.

Lo voy a presentar a un concurso con la certeza… de que no va a ganar. Sí, cumple con la temática; sí tiene la extensión que se solicita; sí, es bueno; sí, se lee –pese a su crudeza– con cierto agrado… Pero no va a ganar, porque además de la temática piden que se ensalcen ciertos valores. Y ese el problema, “mi” problema: que yo no escribo “para los concursos”, aunque a veces me presente a ellos. Ni para ensalzar valores. Ni para defender colectivos ni corrientes de pensamiento. No escribo “para”. Escribo “contra”.

Hay gente a la que se la dan muy bien estas cosas. Piden esto, yo escribo esto. Se ha puesto de moda esto, yo escribo sobre esto. Buscan esto, yo produzco esto. No es de extrañar, pues, que esa gente que se mueve tan bien consiga con menos bastante más. (Ya me entendéis).

Mi objetivo ha sido siempre hacer literatura con total libertad. Literatura en estado puro (por pomposa que suene esta afirmación). Y la literatura, aunque a la larga sirva –o pueda servir– para muchas cosas, no debe creada para servir a terceros, por mucho premio que te den. Escribir sobre una temática es legítimo, pero si establecen cláusulas y te sometes a ellas, la literatura forzosamente sale perjudicada.

Ojo: esto no es una crítica, ni una queja, ni nada parecido. Una de las mejores cosas que me han pasado en esta vida ha sido descubrir la literatura. Encomendarme a ella con soledad monjil, con mis luces y mis sombras, con mis fortalezas y mis debilidades, es para el mí el mejor premio, y lo recibo a diario, sin necesidad de que ningún jurado falle a mi favor.

A nadie le amarga un caramelo, cierto. Pero un caramelo es solo eso: un caramelo. Y la literatura da para mucho más.

Francisco Rodríguez Criado es escritor y corrector de estilo

Thiago Messi tiene mucha suerte

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