Esclavo de la Historia (Un relato de Francisco Rodríguez Criado)
No era más que un hombre. Un hombre y nada más. Un hombre cegado por el sol y la adversidad, sin fuerzas ni deseos ni lozanía. Solo un hombre. Era una figura en declive que esperaba el relevo, retirarse del mundo, morir en el anonimato. Quería arrojar la toalla, decir “Nos han vencido”, “Sálvese quien pueda”, “Hemos sido elegidos para sufrir”. No pudo. Al girar la mirada hacia su afligido pueblo, al caudillo se le encogió el corazón una vez más. “No solo soy esclavo de una monarquía injusta, sino que además soy esclavo de la insaciable Historia”, se lamentó.