Tennessee Williams en Tánger | Mohamed Chukri sobre el tejado de zinc

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Las relaciones entre escritores, tantas veces diseccionadas en la literatura –y también en el cine–, han acabado por fomentar una suerte de subgénero literario muy del agrado de los lectores más inquietos.

Ahí está el caso, por ejemplo, de Tennessee Williams, figura central, junto a Truman Capote, del documental Truman y Tennessee: una conversación íntima (Lisa Immordino Vreeland. 2021), que puede verse en Netflix mientras escribo estas líneas (diciembre de 2021).

Pero no vengo a hablar de documentales, sino de un libro, Tennessee Williams en Tánger (Cabaret Voltaire, 2017), del escritor marroquí Mohamed Chukri, con traducción de Rajae Boumediane El Metni, prólogo de Gavin Lambert y epílogo del propio Tennessee Williams. A Chukri, autor no lo suficientemente conocido en España –e intuyo que tampoco en otros países europeos–, le debemos valiosos libros de realismo descarnado como El pan desnudo (a veces traducido como ✅ El pan a secas ), Tiempo de errores o Rostros, amores, maldiciones.

Chukri es, además, autor del libro Jean Genet en Tánger, que puede leerse como la antesala de este Tennessee Williams en Tánger.

Es este último un diario en el que el escritor marroquí narra sus experiencias y conversaciones con el célebre dramaturgo norteamericano durante su segunda estancia en Tánger, en 1973, y, como anticipaba, parece escrito para esos lectores inquietos que no solo leen libros, sino que también quieren saberlo todo sobre sus autores predilectos.

Y lo que pueden encontrar en estas páginas es un relato sobre la circunstancia de un Tennessee Williams que no pasaba por su mejor momento –echaba de menos a su novio Frank Merlo, fallecido diez años antes–, acompañado de un joven hierático y aburrido, de nombre Baxter, que queda reflejado por Chukri “como la estatua del ángel en Verano y humo” (una de las obras de Tennessee Williams) y por Tennessee como “un narcisista” al que debería enviar a casa con su madre.

El interés de estas páginas se acrecienta con el contraste entre ambos escritores. Chukri es en 1973 un autor casi desconocido que escribe en árabe, es ateo, mujeriego, apenas tiene dinero y pasa sus noches bebiendo alcohol en compañía de prostitutas. Williams, por el contrario, es famoso, sofisticado, rico, homosexual y católico (tras abandonar el protestantismo).

Así las cosas, Chukri, nada más enterarse de la llegada del célebre dramaturgo (La gata sobre el tejado de zinc, De repente el último verano, Un tranvía llamado deseo, etc.), hace de cicerone y se encarga de ayudarle a buscar una vivienda. Esto le sirve a Chukri para poner negro sobre blanco los encuentros “fortuitos” con Williams en un Tánger que sigue cautivando a artistas como Paul Bowles, John Hopkins, Édouard Roditi o Carol Ardman, que viven allí en estos momentos. También son habituales las referencias a otros escritores (Jane Bowles, Hemingway, Arthur Miller, William Burroughs o el citado Jean Genet, etc.). Y más que curioso es el caso del “escritor analfabeto” Mohamed Mrabet, contradicción que queda explicada en el libro.

Tennessee Williams en Tánger es, en fin, un libro gozoso que lleva la estampa de un Chukri, como siempre, de prosa minimalista, austera y sincera, un escritor poco dado a las hipérboles o las exageraciones, y menos aún de invenciones.

El punto flaco del libro –y bien que me pesa tener que decirlo– es cierto descuido formal. Abundan en la publicación pequeños pero molestos errores (ausencias de tildes; omisión de la coma ante vocativo; comas criminales, una de ellas en la contraportada…). Algo que no mina la ganancia del libro, pero que de algún modo le rebaja nota ante ciertos lectores exigentes, que son precisamente los que suelen estar interesados en este tipo de obras literarias.

Francisco Rodríguez Criado

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