Volver

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Este artículo lo publiqué hace un par de días, el 28 de diciembre, en mi columna de El Periódico de Extremadura, y no es una inocentada: el C.P. Cacereño se enfrenta al Real Madrid en un partido de Copa del Rey.

El niño de la fotografía soy yo, junto a mi padre, entrenador del Atlético Cacereño, en el campo de fútbol de la Ciudad Deportiva. Mi padre siempre quiso que yo fuera jugador de fútbol. Yo también, durante un tiempo. Y ya veis para lo que he quedado…

(Dedicado a Pelé, que ha muerto hoy).

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Desde que tengo uso de razón he deseado que el Real Madrid saliese vencedor en todos sus partidos. Cualquier otra opción, tachada de locura en mi subconsciente, era descartada de inmediato, antes incluso de cristalizar como idea consciente. Los madridistas compartimos ese sentimiento, tan cansino a los ojos de los rivales, de tener el mejor equipo del mundo (lo cual, estadísticas en mano, es cierto).

Pero resulta que el Real Madrid se enfrenta en unos días, en un partido de la Copa, al C.P. Cacereño, el equipo de mi ciudad natal, y las dudas, esas termitas hambrientas que nunca descansan, han comenzando a adueñarse de mí, hasta el punto de que no sabría decir quién quiero que gane.

Todo esto me ha hecho recordar a mi padre, el mayor forofo futbolero que he conocido, vehemente seguidor del Real Madrid, pero también de los equipos locales: no en vano fue entrenador del Cacereño Juvenil y del Atlético Cacereño. Fue mi padre, cómo no, quien me inculcó la pasión, en mi más tierna infancia, por el club blanco. De él heredé también, de manera imperfecta, el placer por la competitividad y por lo lúdico, aunque no sé si me quedará algo de eso hoy día.

Ya sé que el mundo tiene problemas más acuciantes que un simple partido de fútbol, pero este ha removido en mí sentimientos a flor de piel. No ha empezado el encuentro y en cierto modo ya estoy volviendo. Volviendo al fútbol, la infancia, mi padre, la felicidad, los domingos en el estado Príncipe Felipe, a los cromos de la Liga…

Así que este hijo pródigo a destiempo que soy yo se pregunta: “¿Con quién vamos, padre, con los verdiblancos o con los blancos?”. Y me ha dado por imaginarlo en su pescadería, departiendo sin descanso, todo felicidad y amor por la vida, sobre el inminente acontecimiento futbolístico. Una de esas escenas felices de cuando yo era niño a las que vuelvo una y otra vez para combatir los fantasmas de hoy.

«Volver». Francisco Rodríguez Criado. Artículo publicado en El Periódico de Extremadura el 28 de diciembre de 2022.

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